1624
El primer Versalles, el palacio de Luís XIII
Tras venir en su infancia a cazar a Versalles con su padre, Enrique IV, Luís XIII mandó construir aquí un pabellón de caza 1623-1624. Poco después, de 1631 a 1634, el rey encargó al arquitecto Philibert Le Roy que destruyese el antiguo edificio y construyese un nuevo palacio de ladrillo y piedra. De esta forma, la residencia real podía acoger dignamente al rey y sus seres cercanos durante las partidas de caza.
Luís XIII, en armadura, está rodeado de las alegorías de Francia y Navarra, entre las que distinguimos el escudo, a la derecha de la obra. El rey, tocado con una corona de laureles, está representado en la cumbre de su poder de comendador, con su estola blanca. Reina gloriosamente sobre los reinos de Francia y Navarra unificados por su padre, Enrique IV. Gracias a los sitios sucesivos de La Rochelle (1628) y Corbie (1636), las victorias militares de Luís XIII anuncian las aún más gloriosas de su hijo, Luís XIV. Luís XIII también es el monarca que osó enfrentarse a la poderosa casa de los Habsburgo.
El pintor Simon Vouet fue uno de los grandes artistas del reinado de Luís XIII. Fue nombrado primer pintor del rey al volver de su estancia italiana en 1627. Su obra se caracteriza por numerosas composiciones alegóricas y religiosas, siendo sus retratos más raros.
Durante su infancia, Luís XIII realizó estancias en Versalles en el hotel señorial de la familia Gondi cuando acompañaba a su padre, Enrique IV, a la caza, como durante el verano de 1607. Volvió para realizar cacerías en 1617, 1619 y 1621 pero, a partir de 1622, empezó a ocuparse de un pequeño coto de caza. Su deseo de instalarse con mayor comodidad, le llevó a construir, en 1623, una casa en un cercado de unas 2,5 hectáreas.
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Durante las partidas de caza, el rey Enrique IV acudía hasta Versalles para seguir el rastro de los animales, como durante esta batida del 15 de enero de 1604. Tras salir de Saint-Germain-en-Laye con destino a París, Enrique IV se paró otra vez en el hotel señorial de los Gondis en Versalles, donde cenó el 13 de enero de 1609.
El retrato de Pourbus muestra al rey de pie, en jubón y calzas atacadas negras, posando delante de una colgadura verde. Tiene el puño izquierdo apoyado en la cadera, y la mano derecha posada en una mesa cubierta con un paño rojo bordado con oro.
Luís XIII está representado con el bastón de mando en la mano, con la cinta azul de la Orden del Santo Espíritu. Sentado en un caballo encabritado, el rey se destaca del paisaje, lo que simboliza la influencia del rey sobre su reino. Este lienzo de gran tamaño se atribuye a Claude Deruet, un artista de la región de Lorena.
Luís XIII recordaba seguramente los muy buenos momentos que había pasado cazando cuando acompañaba a su padre Enrique IV cerca de Versalles. Al cumplir la mayoría de edad, y tras el Día de los engañados en noviembre de 1630, Luís XIII encargó al arquitecto Philibert Le Roy la construcción de un pequeño pabellón de caza para alojarse de forma confortable en Versalles. El palacio se acondicionó a partir de 1636, después de que Luís XIII comprase el señorío de Versalles en mayo de 1632.
La familia real queda aquí representada en un retrato colectivo en el que Ana de Austria, sentada, vestida con una capa flordelisada bordada con armiño; está girada de tres cuartos hacia el espectador y flanqueada por sus dos hijos. A la izquierda, Luís XIV de pie, aún vestido de niño con un vestido, lleva la cinta azul y la cruz del Santo Espíritu. Su hermano Felipe de Orleans también lleva la cinta azul y un vestido. Cerca del joven Luís, encima de la mesa, está posada la corona real.
Ana de Austria regaló el lienzo a su mayordomo Pelletier. El cuadro permaneció en manos de sus descendientes hasta su entrada en Versalles en 1836.
Luís XIV, su hermano y la reina Ana de Austria descubrieron Versalles durante los viajes que salían de Saint-Germain-en-Laye. El joven Delfín, que entonces tenía tres años, había pasado por Versalles en 1641 con su padre Luís XIII. Más tarde, cuando ya era rey, Luís XIV recordaría su paso por este pequeño palacio, aún despreciado por la corte, que lo consideraba un edificio mediocre y húmedo, perdido en un bosque en medio de una zona pantanosa.